Crucemos al otro lado

¿Sabes? Tu vida ha tenido, tiene y tendrá momentos en los que oirás decir “crucemos al otro lado”. Y es que el cruzar implica varias cosas, no es un andar normal, no es un avanzar en una senda sin peligro… cuando uno habla de cruzar, habla de que algo en la ruta molesta, incomoda o, incluso, conlleva un peligro. Entonces, ¿por qué uno quisiera cruzar? ¿Por qué no buscar un camino que no implique peligro? Simple: Porque a veces no existe un camino sin peligro, a veces para avanzar uno debe arriesgarse, debe incomodarse… vaya, debe pasarlo mal.

Jesús, en algún momento, les dijo a sus discípulos “Crucemos al otro lado del lago” y Él, muy pancho, se fue a dormir una siesta cuando, de pronto, una tormenta se desató y los discípulos estaban aterrorizados, tanto así, que despertaron a Jesús a gritos… Jesús les preguntó: “¿Por qué tienen miedo? Ustedes tienen tan poca fe”. Dicen que reprendió a las olas y al viento, y todo se puso en paz.

¿Se dan cuenta que fue Jesús, el hijo de Dios, el hijo del creador del universo, el que les dijo que crucen el lago? No les dijo que vayan al otro lado del lago dándole la vuelta a pie, ¡no! Él les dijo que debían CRUZAR, lo que implicaba que por ahí podría pasar algo en medio, es que Él sabía que una tormenta iba a venir, ¡claro que sabía! Al final, es el hijo del creador, ¿no?

Pero bueno, el anterior pasaje bíblico, más allá de que creas o no en Dios, en Jesús, conlleva un gran mensaje para ti: La vida, tu vida, estará repleta de tormentas… pero vas a lograr cruzar.

Así que cada vez que se avecine una tormenta, tranquilízate, ¡qué vas a poder cruzar! Cada vez que un problema te alcance, que una pena te llene, que una situación te desborde, que el dinero te falte, que el amor se vaya, tranquilízate, ¡qué vas a poder cruzar!

Nadie ha dicho que la vida es “una taza de leche”. estamos acá para aprender, para crecer, para amar, ser felices y hacer felices a los demás… y todo lo anterior implica tormentas porque “Ningún mar en calma hizo experto a un marinero”.

Así que, ¿la pasaremos mal toda la vida? ¡Para nada!

Solo para finalizar, volvamos al pasaje bíblico… Jesús les dijo: “Crucemos al otro lado” y se fue a dormir. ¡Se fue a dormir! Él sabía que vendría una tormenta, ¡pero se fue a dormir!

Así debemos cruzar nuestras tormentas: En paz. No es que no vayan a llegar, sino que cuando lleguen, nos encuentren en paz… y mientras cruzamos la tormenta, mientras solucionamos los problemas, lo que debemos hacer es estar en paz e irnos a dormir cada día tranquilos, que, al final, la tormenta pasará.

Así que, si hoy estás cruzando una tormenta, pregúntate: ¿Qué es lo que trae paz a tu vida? Puede ser tu fe, puede ser tu trabajo, tu Dios, por ahí alguna actividad que realizas, sería genial que sea una persona o por ahí la mezcla de muchas cosas… sea lo que sea, no lo sueltes, porque si algo trae paz en la tormenta, imagínate que traerá cuando pase la misma.

Entonces, no sé, qué opinas si te digo que: Crucemos al otro lado.

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