En cada paso que daba, en cada zancada, volvía al momento en que pasé de caminar a correr, fue hace más o menos dos años, en ese mismo lugar, la Laguna Alalay de Cochabamba, y más o menos en la misma época del año… de verdad habían tenido razón aquellos que afirman que hacer ejercicio es placentero, de verdad se disfruta, uno se relaja, la mente se aclara y por un buen rato todo es mejor.
¡La Laguna Alalay es uno de los lugares más mágicos que tenemos en Cochabamba! Créanme, aunque haya mucha gente que diga lo contrario, es un lugar increíble, pero bueno, eso es tema de otro artículo.
Como les decía, había vuelto de tiempo a correr en la Laguna Alalay, disfrutaba la carrera y, de pronto, al ver a un grupo de personas venir corriendo en sentido contrario, recordé que lo único que arruina a ese hermoso lugar es, como siempre, nuestra idiosincrasia boliviana. Les cuento…
Ahí, en una distancia de 7 kilómetros, uno ve reflejado nuestro país en su máxima expresión: Tenemos campo para todos, es un hermoso lugar, todos podrían ser felices, pero siempre hay un grupito (o varios grupitos) que creen que, por correr en bolleo, por ser más de 2, tienen más derecho que todos los demás. ¿Lo chistoso? Es que los demás son, por mucho, más que el número de integrantes de ese grupito.
A ver Mario, ¿de qué estás hablando? Déjenme ilustrarlo: La pista de correr tiene un ancho de más de 2 metros, incluso creo que podría llegar a 3 metros; entonces, tienes mínimo 1 metro para los que van en sentido de las manecillas del reloj y otro metro para los que van en sentido contrario. ¿Qué pasa si corres en compañía? Simple, en una distancia de 7 kilómetros, eventualmente, dejarás de estar al lado de tu compañero de corrida, deberás adelantarte o retrasarte, justo para que los que vienen corriendo en el otro sentido pasen, así de simple, ¿no? No es tanto drama, ¿verdad?
¡Pero no! Mientras más grande es el grupito de corredores, más campo ocupan y menos les importa los también corredores que van en sentido contrario… es más, si son más de 4, ¡olvídate que se aparten de tu carril! Te pasan por encima porque… pues… son más, ¿no ve? Por tanto, en su pequeño cerebro, no pueden convivir el derecho de los demás junto con, supongo, su capacidad de coordinar sus zancadas… Lo siento, ¡no se me ocurre otra explicación!
Lo chistoso es cuando dos grupos se encuentran, ¡es muy cómico! Porque, no sé, yo creo que ahí sí funciona su cerebro, cuentan rápidamente a los miembros de cada grupo y aquel que tiene menos integrantes se pone en fila india, mientras los otros, supongo que orgullosos porque son más, ocupan casi todo el ancho y pasan raudamente, mientras los que corren en fila india casi tropiezan con el borde del camino. ¡De verdad es chistoso!
Pero lo que sí me gusta, lo que realmente disfruto, es cuando un corredor solitario no se mueve de su carril, él sigue corriendo, no le importa si un grupo de 2, 4 o más personas viene en sentido contrario ocupando todo el ancho de la pista de correr… ese corredor se mantiene, no se mueve un milímetro… y los otros siguen, siguen y en el último instante, al ver que ese corredor solitario no se moverá, no les queda otra que ponerse en fila india y respetar al que se hizo respetar… pasan refunfuñando, mirándose entre ellos y diciendo cosas como “ese imbécil no se apartó y nos hizo perder el ritmo”… sin darse cuenta que los imbéciles, los que perjudicaban, eran ellos… cuando veo eso, cuando oigo como reniegan los grupitos, ¡vaya que lo disfruto! ¡Amo ver eso!
Y es que así es nuestro país, ¿no? Lleno de grupitos, grupitos de personas que solas no son nada, pero en compañía, ¡vaya que son machos! Piensan que pueden imponer cualquier cosa sin importar si tienen la razón, si es lógico y, por su puesto, mucho menos si es que lo que piden vulnera el derecho de los demás…
Es así como vemos en nuestra pobre Bolivia a grupitos organizados de personas que quieren mercados ilegales de coca, que sus automóviles de servicio público no pasen por revisiones técnicas, que no paguen impuestos, que se les regale tierras que son de otros y que ellos decidieron ocupar a la fuerza, que no sean tomados en cuenta en la nueva gestora de pensiones… y de esos ejemplos hay miles, yo solo he nombrado los que me vienen rápido a la cabeza, los que están ahora mismo llenando los medios de comunicación bolivianos… llegamos a tal extremo en esto de los grupitos de personas que hace unos meses, en una asamblea de socios de un equipo de futbol, un grupito de personas impuso un presidente simplemente porque se juntaron, llevaron carteles, gritaron más fuerte que la mayoría y listo, ¡nuevo presidente!
Lo único que me consuela es que, así como hay corredores solitarios en la Laguna Alalay que se hacen respetar, también hay personas solitarias en Bolivia que se hacen respetar. Bolivia no es una pista de correr de 7 kilómetros, es un país… entonces, las personas solitarias pero valientes, terminan elevando la voz, haciendo entrar en razón a la población y logran que los otros solitarios, los que son mayoría, los millones de bolivianos que no necesitan ser parte de un grupo para ser algo, se levanten y pongan en su lugar a esos grupitos.
Lo anterior no siempre ocurre, pero sí lo vemos de vez en cuando, ¡y lo disfrutamos! Porque no existe mayor alegría, mayor satisfacción, que ver perder a los abusadores, a aquellos que les gusta andar en grupo, pero que cuando están derrotados y solitos, meten la cola entre la patas y salen huyendo del lugar donde antes se creían los dueños.
Así es nuestro hermosa Bolivia, así es nuestra hermosa Laguna Alalay… ambas serían perfectas si tan solo los que andan en grupo, lo cual en sí no es malo, supieran respetar el derecho de los demás y se dieran cuenta que, en realidad, los solitarios son los que juntos forman los millones y son los que hacen funcionar al país.
Y mientras voy pensando todo lo anterior, sigo corriendo en la Laguna Alalay… zancada a zancada… avanzando… y sonriendo, dando los buenos días a aquellos otros solitarios que corren junto a mí.