Me preguntaron: “¿Quieres un café de Cleo?” y aunque no sabía qué o quién era Cleo, al ser café, sin dudarlo respondí: “¡Por supuesto!”. Fue así que probé por primera vez el café Santo Domingo, en la hermosa ciudad del mismo nombre, capital de República Dominicana, preparado de manera magistral por Cleo, la persona que se encarga de hacer sonreír a todos en la empresa donde trabajo.
Durante casi 10 días, tanto en la mañana como en la tarde, Cleo venía a mi oficina y me invitaba un café… cuando mi viaje se acercaba a su fin, me fui a uno de los establecimientos del Supermercado Nacional y me compré unas 2 bolsitas de este café… que se unieron a otro par que me regalaron en la oficina… que se unieron a otro par que me regaló Genaro, el esposo de Cleo, cuando fue a recogerme del lugar donde pasé 10 días para llevarme al aeropuerto.
Este café es, simplemente, delicioso… está por todas partes de Santo Domingo y, la verdad, ni me acuerdo si hay otras marcas de café, ¡seguro que hay! Pero donde yo volteaba, veía esta marca de café… aunque la marca en realidad es Induban.
Entonces, ¿vale la pena? ¡Definitivamente! Yo le pongo, como a todos los cafés que han sido parte de mis “Historias de Café”, unas contundentes 5 tacitas.
Hoy, mientras escribo estas líneas, debo estar saboreando de las últimas tasas que podré tomar del café Santo Domingo, los paquetes que traje de República Dominicana, entre regalos y consumo, se fueron acabando. Por suerte ya llega diciembre y tengo confirmado un nuevo viaje de trabajo, diversión y café… el café de Cleo.