No habían pasado ni 15 minutos del clásico cochabambino cuando, de repente, dejé de oír el relato del partido porque, sin previo aviso, mi aparato de radio marca Philips dejó de funcionar. “Seguro es la batería, es que ya no hacen las cosas como antes”, pensé rápido, para luego darme cuenta que ese aparatito estaba conmigo más de 10 años… sí, creo que era tiempo de decirle: “Adiós a mi radio futbolera”.
Pensé en botarla en el primer basurero que encuentre en el Estadio Sudamericano Félix Capriles, pero recordé que ahí nunca hay un basurero cuando se lo necesita, así que lo haría en casa…
Pero recordé que mi radio futbolera…
- Estuvo conmigo cuando el equipo de mis amores, Wilstermann, salió campeón en 4 oportunidades: 2010, 2016, 2018 y 2019
- Me acompaño en varias finales de la famosa Copa Aerosur, que luego se convertiría en la llamada burlonamente Copa “Pipoca” porque fue el Cine Center pasó a organizarla y, al final, al ver que los estadios se llenaban y era un buen negocio, la Federación Boliviana de Futbol la tomaría en sus manos, le quitaría atractivo y, como siempre ocurre con lo que tocan, desaparecería.
- Me ayudó en la búsqueda de una señal de radio para oír los partidos… ahí conocí a don Eduardo Arévalo Tineo y todo el equipo deportivo de CODEBOL, primero en Clásica 100.3 y luego en “la radio que nunca duerme” Estrella 93.1, los cuales, para mí, son los que mejor relatan y comentan los partidos de fútbol en Cochabamba.
- Me distrajo mientras llegaba al estadio y, más común de lo que desearía, terminaba discutiendo con alguien que se había sentado en las butacas que mi familia tiene (léase compra) desde hace 15 años… butacas que, al momento de refaccionar y mejorar el estadio para los Juegos Sudamericanos 2018, fueron reemplazadas por unas modernas líneas y números pintados sobre el cemento de la gradería (así es el progreso en mi país). Pero bueno, mis “butacas” siguen ahí, justo debajo del palco… y seguirán ahí por más que aparezcan personas con la muñeca necesaria como para pensar en movernos: A los socios de siempre se los debe respetar, sobre todo si están tantos años en un mismo lugar… no sé, se le dice “cábala deportiva” y puede ser el motivo del performance actual de mi equipo ya que el año pasado nos movieron 2 lugares, ¿no creen? 😉
Y así, son tantas cosas las que pasó conmigo mi radio futbolera, que me pareció injusto pensar en botarla a un basurero…
Pero el valor que más tiene mi radio futbolera es, sin duda, los momentos que estuvo conmigo mientras mis hijos crecían y se volvían hinchas de un equipo… y es que dicen por ahí que una de las cosas que un padre debe hacer, es transmitir el amor por un deporte y un equipo.
¿Importa el deporte? No. ¿Importa el equipo? ¡Para nada! ¿Importa la calidad del espectáculo? ¡Muchísimo menos!
Muchos, sobre todo acá en Bolivia, no entienden como existen personas que van al estadio para ver un espectáculo que, lastimosamente, se vuelve de peor calidad cada año… lo que ellos no entienden es que uno no va al estadio para “ver” futbol como lo hace en la televisión; uno va al estadio para “vivir” futbol con unos eventuales 11 jugadores de tu equipo y la gente que quieres a tu derecha e izquierda.
Lo que realmente importa, y es ahí donde entra mi radio futbolera, es cada abrazo de gol con mis hijos, en las renegadas juntos contra el árbitro o algún jugador, en la decepción cuando perdemos un penal y en la mirada llena de emoción de mis hijos, una mirada primero de niños y ahora de hombres, cuando el equipo de nuestros amores se convierte en campeón.
Así que, por todo lo anterior y mucho más, hoy pongo mi radio futbolera en una cajita de recuerdos… una cajita que seguramente algún día, cuando yo ya no esté, uno de mis hijos la abrirá y al ver el aparatito, nuevamente gritara gol y recordará los miles de abrazos que nos dimos… si, justo ahí, debajo del palco.