Escribir, ¡que difícil que es escribir! ¿Verdad? No sé, para los que son escritores profesionales (tipo periodistas y similares) supongo que debe ser fácil, no solo tienen muchas ideas, sino que saben cómo hacerlo y su resultado casi siempre es bueno. Pero para mi, uf, para mi es dificilísimo porque soy un aprendiz en esto.
Yo escribo de todo, pero sobretodo escribo de lo que tengo en mi cabeza y que siento que debe salir, pelea por salir… y el momento que sale, ¡es una liberación! Siento que, pues, ¡lo dije! Y ahí ya no hay vuelta atrás, salió y dejó de ser mío, se convirtió en una idea que flotará para siempre en el ciberespacio.
Lo malo es que lo que digo, lo que escribo, ha causado en el pasado muchos problemas… pero también ha causado alegrías e, incluso, ha causado cambios de actitud hacia la vida. En el pasado algunas personas me recriminaron o agradecieron (en el mismo número de veces) porque pensaron que escribí de ellas o de lo que hicieron ellas o de lo que eran ellas o de lo que necesitaban leer ellas…
… la verdad es que sí escribo de las personas (ja ja), muchas veces escribo de ellas, de lo que me cuentan o de lo que creo que veo en ellas o de un mensaje que quiero que les llegue en forma de texto para que lo lean, una y otra vez, y se den cuenta que deben cambiar de actitud para tener una vida más plena, ser más felices o ser menos **** para que el karma no los agarre (ja ja ja); pero no se equivoquen, otras veces escribo de mi mismo e increíblemente las personas se sienten identificadas.
Así que seguiré escribiendo, pero lo haré un poco diferente.
Desde hoy empiezo una nueva etapa de Termostato Mental, una etapa donde ya no me esconderé detrás de un blog anónimo, sino que este lugar tendrá un nombre y apellido: el mío. Además, y no menos importante sino muchísimo más importante, trataré (les juro que trataré) de hacerlo de una manera cotidiana.
Así que… ¿escribimos?