Después de vivir muchos años en Trinidad, a finales del año 2006, volvimos a Cochabamba de vacaciones… y nunca más nos fuimos.
Desde el año 2007 empezamos a ir al Estadio Sudamericano “Félix Capriles” para apoyar al equipo de fútbol favorito de mi hijo mayor, el Jorge Wilstermann, y con el tiempo todos nos volvimos hinchas y fanáticos del “Rojo Aviador”. Al principio solo íbamos mi hijo mayor y yo, pero desde hace varios años se nos ha unido mi hijo menor, que creo que se ha vuelto más fanático que nosotros… y este año mi suegro ha decidido acompañarnos. Podría contar con los dedos de una mano las veces que no hemos ido a ver jugar al “Hércules del Valle” en estos más de 10 años de apoyo incondicional, simplemente, ¡el fútbol es nuestra pasión! Verlo, no jugarlo 🙂
Dada mi asistencia cotidiana a los partidos de fútbol, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que el “Félix Capriles” solo se llena en unos 4-5 partidos a lo largo de cada campeonato, salvo cuando hay partidos internacionales que también se llena, pero esa es la excepción y no la regla.
¿Saben lo que es tener que ir tres horas antes a un estadio con niños pequeños para poder conseguir lugares buenos? ¡No se lo aconsejo a nadie! A los treinta minutos están cansados, insolados e inquietos. Peor si hace frío y es de noche, ¡ni les digo cómo es cuando llueve! Lo anterior lo vivimos el primer año de nuestro apoyo a Wilstermann, así que le pregunté a mi amigo de infancia Memo López, hincha acérrimo de nuestro equipo, que podía hacer y él, sin dudarlo ni un segundo, me dijo: ¡Convierteté en socio y cómprate butacas en el sector que yo tengo!
La suerte siempre nos acompaña cuando se trata de nuestro equipo, fuí a averiguar al club y encontré butacas disponibles en el centro mismo del sector de “preferencia” en la primera fila, la que da al palco de honor, ¡el mejor lugar del estadio! Bueno, para mi el mejor… mi hijo menor insiste que debe ser mejor en “curva sur” junto con los Gurkas 🙂
Desde ese día mis hijos son socios del Club Deportivo “Jorge Wilstermann”, no pueden votar por ser menores, pero son socios porque desde pequeños tienen sus abonos al mismo precio que cualquier otro socio de butaca.
Año tras año hemos comprado esas butacas, así hemos conocido a todas las personas que también compran cerca de nosotros y nos hemos hecho amigos… normalmente son familias completas, familias que les gusta el fútbol, nuestro fútbol boliviano. Todos hemos visto crecer a los más pequeños, envejecer a los más grandes y extrañar a los que ya no están apoyando a Wilstermann porque ya llegó su tiempo en este mundo. Tantos años y el cariño por nuestro club y el amor por el fútbol sigue intacto… tan intacto que nosotros somos los que siempre estamos en el estadio, sin importar cuán bien o mal juegue nuestro equipo, siempre estamos ahí, en el mismo lugar.
Los motivos para comprar butaca son varios, yo lo hice por tener niños pequeños, pero también he visto a algunas personas que compran porque ya son de la tercera edad, que apenas suben las gradas y que no pueden estar esperando horas cuidando un lugar para ver un partido. También hay gente que lo hace por comodidad, van unos minutos antes y saben que tendrán un lugar. Y conozco algunas personas que trabajan hasta tarde y solo teniendo una butaca pueden llegar apenas a tiempo, muchas veces tarde, cuando los partidos se dan a mitad de la semana, lo cual es normal.
El año pasado, con motivo de los Juegos Sudamericanos, se hizo una refacción al estadio “Félix Capriles” y, por increíble que perezca, sacaron las butacas y dejaron las graderías. ¡Increíble! Seguro que esta es la única mejora y refacción en el mundo en la cual “mejoran” butacas por graderías. Pero hay que ser justos, todo lo demás esta bien, el estadio quedó bonito, ¡pero sin butacas!
Después de los Juegos Sudamericanos, después de dos campeonatos jugando en un estadio alterno con una capacidad de poco más 6 mil espectadores, Wilstermann y Aurora (el otro equipo de Cochabamba) estaban ansiosos por volver a usar el estadio. No quiero ni imaginar los “malabares financieros” que tuvieron que hacer los clubes cochabambinos para poder sobrevivir todo ese tiempo.
¡Pero no! Al igual que ocurrió con todos los demás escenarios donde se desarrollaron los Juegos Sudamericanos, fueron cerrados o usados para cualquier otra cosa menos para practicar los deportes para los cuales fueron creados o reacondicionados, ¡solo en Bolivia! ¿Cuales eran los motivos? Que las empresas constructoras no los habían entregado completamente o que no había un reglamento de uso… entendible, entendible… pero después de meses sin que sean usados ya no es excusa, ¡es una incompetencia y vergüenza total!
El año pasado, después de mucha presión dejaron jugar a Wilstermann en el estadio “Félix Capriles”, no me acuerdo con quién jugaba, pero era un partido importante. Mil recomendaciones llegaron de todo lado, sobretodo que no se ensucie el estadio… al finalizar el partido muchos de los hinchas, incluyendo a mi hijos, limpiamos todo el sector donde estaban antiguamente nuestras butacas, llenamos varias bolsas de desechos, y cuando buscamos donde dejar dichas bolsas, no había basureros. “¡Que gran refacción!”, pensé mientras cargaba mi bolsa de basura al hombro y veía cómo toda la gente dejaba una montaña de basura acumulada bajo las graderías porque a nadie se le había ocurrido pensar que los basureros son algo importante en un lugar donde hay multitudes.
¿Y qué pasó con los que habíamos comprado butacas? El club hizo lo imposible por guardarnos nuestro espacio, en algunos partidos pegaban cuidadosamente nuestros números y luego los sacaban, a veces ponían cuerdas para delimitar el sector de butacas. Pero no funcionó, la gente se sentaba y no entendía, porque no le daba la gana, que ese lugar había sido pagado a un precio diferente.
Un día, cuando me quejaba con el gerente del club del motivo de por qué no había reservado nuestros lugares, él seguramente ya cansado de pelear, me dijo que yo era el único que me quejaba y que el partido no tenía importancia. ¡Claro que tenía importancia! ¡Jugaba Wilstermann! Y él, ahí me dijo, al ver mi cara de enojo: “Lo que pasa es que nos ha dicho que guardar espacio para los que pagaron butaca es discriminación”.
Ese momento, justo ese momento, me dí cuenta lo que iba a pasar… y pasó.
Este año, hace una semana, fuimos a comprar nuestras butacas… sabía que no habían, pero estaba esperanzado de que por lo menos numeren el sector de “preferencia”, es lo lógico y mínimo que deberían hacer. ¡Pero no! La Gobernación de Cochabamba le ha dicho a Wilstermann que no numerará el estadio y que tampoco permitirá que ellos numeren, eso es lo que me informaron en el club.
¿En que les afecta que existan algunas personas que queramos comprar un asiento específico para todo el campeonato? No solo evitará aglomeraciones, sino que dará comodidad a las personas que al final usan el estadio. Además, permitirá generar ingresos extras que tanto necesitan nuestros clubes de fútbol.
No logro entender ese funcionamiento ilógico y mezquino de nuestras autoridades que no solo no van al estadio, sino que perjudican a los que sí vamos. No logro entender qué momento los que son autoridades se creen dueños de lo que nos corresponde a todos. No logro entender ese afán de hacerse mala sangre con la gente. Lo que a ellos les gusta es sentirse poderosos, lo que quieren es que se les ruegue… les gusta decir a la gente a la que se deben, a los que votaron por ellos: “Lo voy a pensar, rogame un poquito más, en una de esas te presto MI estadio”.
Ayer compre mi abonos, son de “preferencia” y ya no de butaca, igual iré al estadio, por suerte mis hijos ya están grandes… pero extrañare a toda la gente con la que nos veíamos dos veces por semana, extrañaré mi lugar y tendré que acomodar mi vida para que en vez de gastar dos horas yendo a ver un partido, necesite entre cuatro a seis.
Y mientras eso pasa, espero que alguna de las autoridades que miran un partido desde la comodidad que le da su asiento en el palco oficial detrás de un vidrio, por cierto de manera gratuita, se le ocurra que lo que es discriminación es no dejar comprar a los demás comodidad, orden y tradición. Y ahí, justo ahí, se den cuenta que todos los que nos sentabamos en ese sector, ¡solo queremos nuestra butacas!
Una idea sobre “¡Quiero mis butacas!”