¿Alguna vez han trabajado en una institución pública que está en sus inicios? ¡Es impresionante! Bueno, esa fue lo que yo viví cuando trabajé, lejos de mi tierra, para una institución pública que recién daba sus primeros pasos. En ella la mayoría trabajaba. Sí, ¡ya sé! Es muy raro ver eso en una institución pública. Ahí la mayoría trabajaba porque estábamos construyendo el sueño de una persona, una persona que había trabajado años convenciendo a todos los que se deben convencer de que esa institución era necesaria en Bolivia, así que cuando le dieron luz verde a su proyecto, él en persona se encargó de elegir de entre todos los postulantes a aquellos que según él podíamos soñar con él.
En el transcurso del tiempo que estuve ahí conocí tantos profesionales buenos, de tan alto nivel, que era impresionante cada día de trabajo. Con el pasar del tiempo cada parte de la organización fue creciendo y necesitando gente. Mi área, que manejaba más de 500 computadoras y servidores a nivel nacional, se reducía a una sola persona: !Yo! ¡Eso era ridículo! Después de un tiempo logré autorización para buscar a otro profesional para que me ayude… entrevisté a muchos, la mayoría no eran profesionales, hasta que enocntré a uno recién salido de la universidad que podía funcionar. En el transcurso de los meses le enseñé cómo manejar todo, qué hacer en un lado, como tratar a la gente, qué hacer en el otro, ¡y pude salir de vacaciones tranquilo!
Cuando volví de mis vacaciones y entré en mi oficina, con el primer pendiente que me topé en mi escritorio fue con un memorándum en el cual me daban dos tareas: “Recoger sus cosas y preparar un informe, ¡gracias por sus servicios!”. Me levanté atónito de mi silla de trabajo, salí de la oficina para ir a preguntar a mi inmediato superior el motivo de mi despido, y al cruzar la puerta me encontré con el ingeniero que había contratado, el cual me dijo: “Lo siento, no es nada personal, tengo que progresar y, pues, aunque no lo parezca, acá también las cosas se pueden mover por política si uno sabe con quien hablar”… ese momento me di cuenta que ya no era necesario preguntarle a mi superior que había pasado y, también, aprendí a reconocer a una serpiente.
Todos queremos tener éxito en la vida. Pensamos, de manera equivocada, que el éxito radica en tener dinero o tener poder o, mejor, tener ambos. La realidad es que el poder te da dinero y el dinero te da poder. Sin embargo, solo las personas que están por encima del dinero y del poder son las que realmente alcanzan el éxito… son exitosas porque han entendido que el mismo no se resume a esas dos banales posesiones, sino que el éxito se resume a ser ser feliz.
Entonces, para ser exitoso, dependiendo como veas al éxito, te enfocas en buscar dinero+poder o en ser feliz.
Existe una ley de vida y es la que afirma que “solo tendrás lo que des”, así que para ser feliz debes hacer felices a los demás. ¡Y ahí está el detalle! El buscar hacer felices a los demás es un valor tan noble que siempre harás las cosas sin dañar a nadie. En cambio, si tu objetivo es el dinero+poder, no te importará hacer daño, ¡verás la forma de conseguir dinero+poder aunque tengas que hacer infelices a los demás!
Y es justo ahí, en la forma en cómo las personas se hicieron exitosas, que puedes reconocer quien alcanzó el éxito como un águila o como una serpiente.
Una serpiente es aquél que en su camino al éxito no tiene problemas en dañar a las personas. Muy hábilmente van por la vida reptando, sin ruido, de manera sigilosa y cuando ven que alguien está en su camino, en vez de trabajar más duro o ser mejores, “pican” y eliminan al que consideran su adversario. La forma de picar de una serpiente se da de muchas maneras: hablan mal de los demás, se inventan historias inverosímiles y/o encuentran excusas para justificar su acciones destructivas.
Una serpiente nunca construye, porque construir cuesta mucho tiempo, trabajo y recursos. No, una serpiente no construye sino que se adueña de lo que los demás han construido. Si no puede adueñarse, entonces destruye lo que a los demás construyeron… en su baja forma de pensar, prefiere que las obras de los demás caigan y desaparezcan, de esta manera lo poquito que hicieron, porque siempre es poquito, termina por encima de lo que quedó de los demás. Por último, una serpiente nunca, nunca en su vida, mostrará el trabajo de los demás, mucho menos continuará con el trabajo de otro, ¡imposible! La serpiente sabe que ahí corre el riesgo de que otro sobresalga, ¡eso no es permitido! Una serpiente mata al oponente y a las obras de éste.
En cambio, un águila en su camino al éxito busca cómo hacer felices a las personas. Despliega su alas y descubre buenos vientos para alzar vuelo, ninguna tormenta lo detiene, cualquier mal viento es tomado de forma diferente para convertirlo en un buen viento. Un águila inspira a los demás, todos los demás lo ven de abajo y buscan ser como él… entonces el águila baja y enseña a volar a los demás. La forma que un águila tiene para enseñar a volar a los demás se da de diferentes maneras: siempre tiene una palabra de aliento, cuenta anécdotas que muestran que él también se equivoca y/o nunca pone excusas para lo que debe hacerse.
Un águila construye. Dedica tiempo, trabajo y recursos a construir… es paciente, porque sabe que nada se da de la noche a la mañana. Un águila nunca se adueña del trabajo de los demás, no necesita adueñarse de nada, él tiene toda la capacidad para construir lo mismo o, mejor aún, para construir otra cosa que se necesite. Por último, un águila aplaude el trabajo ajeno, no solo lo reconoce, sino que lo adopta y si puede lo mejora. Un águila cuida a los demás y lo que ellos construyeron.
Las personas exitosas, águilas y serpientes, trabajan en equipo… pero nunca verás equipos mezclados que duren mucho tiempo. Las serpientes buscarán que a su equipo entren águilas, primero para hacerse dueño de su trabajo y luego para picarlos y eliminarlos. En cambio, los águilas nunca harán equipos con serpientes, las serpientes los criticarán por esta decisión y buscarán la manera de hacerlos quedar mal, pero los águilas vuelan con águilas.
¿Qué pasó con mi colega?
Pues nada, al final las serpientes se quedan donde empiezan, el sigue ahí, trabajando de ayudante porque nunca pudo estar a la altura a la que solo llegan los águilas.
¿Cuál quieres ser? ¿Cuál eres?
Si hoy trabajas al mando de algo que no funciona, pero antes si funcionaba… si estás en el puesto de trabajo de otro y entraste no por mérito, sino que hiciste algo malo para entrar o alguien tuvo que salir de mala manera para darte espacio… si teniendo un trabajo a medias en tus manos, iniciado por otro, lo dejaste como lo encontraste o le pusiste trabas para que fracase… déjame decirte que eres una serpiente.
¡Sé un águila! Abre las alas y vuela… que todos miren al cielo, sonrían al verte volar y disfruten de ese hermoso espectáculo… llega donde nunca nadie más llegó y muestra la manera para que los demás levanten vuelo… y vuelen contigo… ¡vuela alto! ¡vuela alto!
Fotos: Extraídas del artículo «Características del éxito«