En las afueras del Amerinst

Todos los sábados llego a las puertas del Amerinst para reunirme con mis Scouts y hago lo imposible para que esos jóvenes de 15 a 18 años con los cuales paso la tarde sigan viniendo todos los sábados en lugar de irse a otro lado o se queden en casa a dormir, ver televisión o pasar la tarde con algún  videojuego.

Puerta del Amerinst
(Septiembre 8, 2018)

En los casi 4 años que soy dirigente del Grupo Scout «Murray Dickson», llego todos los sábados a las puertas del Instituto Americano de Cochabamba y de ahí no paso… nos reunimos en el pequeño bosque urbano que está justo al frente del colegio y por el cual pasa la ciclovía. Bueno, para ser sincero, en estos años pase de la puerta en 3 ocasiones y pude usar el patio principal. ¿Los jardines? ¡Ni en sueños! También recuerdo bien que hace como 2 años mantuve reuniones, muchísimas reuniones, con los directores de ese entonces y después de varios meses nos permitieron usar el bosque por 6 meses, lo limpiamos porque era un basurero, lo cuidamos, los jóvenes hicieron sus construcciones, lo pusieron bonito nuevamente y un día dejaron de abrirnos la puerta del bosque, ¡y listo!

En los últimos 2 años los dirigentes institucionales del Grupo Scout “Murray Dickson” han ido a hablar varias veces con el Director General y el Administrador de turno para que nos dejen usar las instalaciones del colegio… van, les dicen que por supuesto, que el próximo mes y algo pasa… luego vuelven a ir, les dicen que claro, que faltaba más, pero después nada… y así, mes tras mes.

La última reunión (de las 3 que nos dejaron entrar) de la Unidad Pionera Ashantis
(Julio, 2016)

Yo sé que no importa cuántas veces los dirigentes Scouts vayan a hablar con los directores de turno, sé que les negaran el acceso porque, simplemente, no entienden la importancia de lo que significa ser Scout para sus propios alumnos y la comunidad a la cual pertenecen.

¿Yo? ¡Callado! Con todas estas actitudes, yo hace tiempo me he dado cuenta de que el Amerinst que yo conocí de niño y del cual salí bachiller de joven ya no existe. Ese gran colegio del cual yo me siento orgulloso e inflo el pecho al decir que pertenecí a él, ya no hay. Ese Amerinst que sabía que para ser un gran colegio no solo se necesita gente, sino que se necesitan un montón de otras cosas que solo las actividades extracurriculares pueden dar… es por eso que en mis años de colegio había el festival de inglés, de teatro, el inigualable coro estudiantil, el club de gimnasia, la poderosa banda y, pues, el mítico Grupo Scout… el segundo grupo más antiguo de Cochabamba, donde una gran mayoría de los estudiantes del colegio por lo menos pasaron una tarde de sábado y donde se forjaron no solo grandes seres humanos, sino también entrañables amistades y un sinfín de anécdotas que son contadas, una y otra vez, en las reuniones del ex-alumno cada 1º de Mayo. ¡Antes todos éramos Scouts! Bueno, no todos, pero sí muchos… y muchos del Grupo Scout “Murray Dickson”.

Con excusas que en el tiempo se vuelven faltas de respeto silenciosas, nos dicen que no pueden abrirnos las puertas porque no tienen un portero… pero si abren las mismas puertas durante meses a estudiantes universitarios extranjeros (ojo, no es xenofobia sino un hecho) que hacen sus campeonatos de fútbol en el colegio todos los sábados. Nos dicen que arruinaremos sus jardines, aun cuando solo les pedimos sus patios de cemento y un baño para los más pequeños… pero ellos si dejan usar sus jardines a otras personas para acontecimientos sociales o fotos. Nos dicen que deterioraremos sus instalaciones con nuestras actividades… pero ellos si dejan hacer actividades dentro del colegio a otras personas que llegan a hacer congresos internos o son delegaciones para eventos externos.

¿Por qué actúan así? Yo pienso que es porque ellos sienten que no ganan nada con nosotros.

Lo que ellos no saben es que ganan mucho con un Grupo Scout. Por un lado tendrían una actividad extracurricular que ofrecer a sus estudiantes al costo de nada, porque ningún dirigente cobra sueldo y el ser Scout del grupo del Instituto Americano cuesta la exorbitante suma de 100 bolivianos al año, ¡al año! Por otro lado, podrían recuperar en algo la esencia e historia que hizo grande al Amerinst, por eso llevamos el nombre de uno de sus directores y nuestros colores son igual que los suyos, azul y blanco, porque nosotros no somos otra organización, sino que somos el Amerinst mismo. También ganaría porque, como comunidad educativa, apoyaría a un grupo de voluntarios que educan de manera complementaria a muchos de los estudiantes que pasan por sus aulas, buscando que se conviertan en personas solidarias, críticas y transformadoras de la sociedad. Y, por último, ganarían porque permitirían usar su magnífica infraestructura en pos del bien de muchos niños y jóvenes que son parte de su barrio y su ciudad. ¿Acaso todo lo anterior no es parte de su Misión? ¡Claro que lo es! Sería bueno que le den una repasada nuevamente.

Durante años me he callado, no he dicho nada… y los que me conocen, saben que lo que yo sí hago es decir 🙂 He mantenido mi boca cerrada para que los dirigentes que son más jóvenes que yo intenten (e intenten, e intenten) de que el grupo entre y trabaje donde le corresponde, ¡el lugar donde nació!

Pero ayer sábado pasó algo, ¡algo que colmó mi paciencia!

Como yo ya sé que no entraremos hasta que hagamos algo diferente a rogar y esperar el buen humor de los directores; desde hace años, todos los sábados, los Scouts de mi unidad y yo limpiamos el lugar donde trabajamos. Nos ponemos guantes, usamos bolsas, alguna vez barbijos, y llenamos una bolsa de 70 litros de todo tipo de basura… todos los sábados… desde hace años.

¿Qué hacemos con la bolsa? Pues vamos a la puerta del colegio y le pedimos al portero de turno que la reciba, la meta a uno de sus basureros y la bote el lunes. Es uno de los acuerdos a los que llegamos con el administrador de hace 2 años y que duraría mientras él preparaba todo para dejarnos entrar definitivamente al colegio (supuestamente).

El bosquecillo afuera del Instituto Americano al finalizar nuestra reunión
(Septiembre 8, 2018)

Cada sábado uno de los Scouts es el encargado de llevar la bolsa hasta la portería, pero ayer fui yo quien llevó la bolsa. Grande fue mi sorpresa cuando la portera muy educadamente me dijo que debía llamar al administrador y pedir autorización para recibir la bolsa… al final termine hablando yo con el administrador. ¿Resumen? Después de varios cruces de palabras no muy gratos, el administrador actual me dijo que me “haría el favor” de recibir la bolsa solo por este sábado, pero que a partir de la próxima semana yo debía ver dónde botar la basura porque él no podía permitir que entre basura dentro del colegio, que los que debían limpiar la calle era EMSA, la empresa municipal de saneamiento. ¡Por Dios! ¡Es una bolsa de basura recogida afuera de su propiedad! Bueno, la mitad afuera del poderoso colegio Instituto Americano y la otra mitad frente a la Oficina de Migración. ¡Pero es una bolsa! Grande, ¡pero una bolsa! Yo pienso que todos los vecinos deberían abrirnos sus puertas y permitirnos dejar la bolsa porque les limpiamos su bosquecillo, pero la obligación recae sobre todo en el colegio porque son sus estudiantes y los quioscos que funcionan ahí afuera los que más ensucian los sábados por la mañana.

Tal fue mi rabia, mi frustración, que en Consejo de Grupo les dije a todos los demás dirigentes que escribiría nuestra historia de rechazos. Al principio me dijeron que no lo haga… pero luego nos preguntamos: ¿Qué es lo peor que podía pasar? Pues simple, ¡que no nos dejen entrar al colegio! Y preguntando a unos y otros, no dimos cuenta que estamos fuera del colegio por más de 8 años (creo que son más de 10 años), ¡así que lo peor ya pasó!

Y aquí estoy escribiendo. Sé que podría causar que estos 10 años se transformen en un siempre, porque los años nos han demostrado que las personas claves en el asunto no serán capaces de pensar en los niños y jóvenes, sino que les será más fácil ofenderse y cerrarnos las puertas para siempre. Años de rechazos, excusas sin fundamento y promesas incumplidas me han hecho preguntarme:

  • ¿Y qué tal si es que los ex-alumnos que fueron Scouts recuerdan sus años con pañoleta y hacen algo?
  • ¿Y qué tal si la comunidad, el barrio, se da cuenta que cada domingo misteriosamente su bosque aparece limpio y hermoso, para luego ver que en el transcurso de la semana nuevamente se convierte en un basurero y hacen algo?
  • ¿Y qué tal si los de la Iglesia Evangélica-Metodista, de la cual el colegio depende, deciden honrar la memoria de uno de sus directores del cual llevamos su nombre, recuerdan la importancia del Movimiento Scout dentro de su historia  y hacen algo?
  • ¿Y qué tal si los de la Oficina de Migración se dan cuenta lo limpio que amanece cada lunes el lugar que ellos dejan horrible cada viernes y hacen algo?
  • ¿Y qué tal si los profesores y la junta directiva del que alguna vez fue llamado el mejor colegio de Cochabamba deciden empezar a recuperar sus tradiciones y empiezan a tratar con respeto al Grupo Scout que lleva sus colores, tiene varias medallas al mérito y una existencia de más de medio siglo y hacen algo?
  • ¿Y qué tal si los padres de familia de los Scouts deciden moverse y pedir al colegio, del cual sus hijos son parte, que haga algo?
  • ¿Y qué tal si algún Diputado, Senador, Asambleísta, Concejal, Gobernador, Alcalde o alguien con poder logra entender lo que tratamos de hacer acá y hablan con el colegio para que nos ayude en esa labor y hace algo?
  • ¿Y qué tal si el colegio, si todos las unidades educativas, deciden dar un espacio y seguridad a los Scouts de Bolivia y hacen algo?

Mejor ni hablar de las leyes que tenemos en Bolivia que instan a las unidades educativas a que abran sus puertas a la niñez y juventud.

Sinceramente no sé qué pasará, ya he oído muchas veces a la gente preguntarme: ¿Cuándo entraran al colegio? Pero nunca he oído a la gente preguntarme: ¿Qué puedo hacer para que entren al colegio?

Mientras espero que algo ocurra, solo sé una cosa: Que los directores y administradores de mi colegio son los que han llevado al Amerinst a perder el título de ser “el mejor colegio de Cochabamba”, pero también sé que ellos pasarán (más rápido de lo que creen porque sus gestiones son cortísimas) y solo cruzo los dedos de que antes de pasar hagan algo tan simple como apoyar a un grupo de voluntarios que se gasta horas a la semana con un solo fin: Educar a los que guiarán el mundo en el futuro.

Y así ese alguien, algún momento en el futuro, será recordado como la persona que dio el primer paso para que los niños y jóvenes del Grupo Scout “Murray Dickson” vuelvan a su casa y, al mismo tiempo, el Amerinst retome el lugar que todos queremos para nuestro amado colegio.

¡He dicho!

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