Por el lapso de medio segundo mis ojos se cerraron, estaba de pie y me estaba durmiendo. Era tiempo de que me vaya a acostar, no daba más, había estado despierto desde antes de que saliera el sol y ahora era un poco más de media noche. Estaba rodeado de jóvenes, ellos se divertían, festejaban. Me abrí paso en medio del tumulto, llegue a la puerta de la discoteca improvisada que teníamos y salí al frío bosque que nos albergaba, a tientas por culpa del sueño, la falta de luz natural y el olvido de la linterna me dirigí a mi carpa. Al entrar me acomodé lo mejor que pude, el piso estaba duro y frío, mi sleeping no era lo suficientemente grande, seguro en el pasado fue de algún niño, termine como siempre apretado e incómodo. “-Debo comprar otro -pensé una vez más-, mi tacañería no le hace bien a estas noches tan cortas, ¿será que todo esto vale la pena?”… justo antes de que mis ojos se cerraran, un poco después que me había sacado mi pañoleta scout, me respondí a mí mismo en la forma de una sonrisa y me dormí.
Muchos años antes, allá por el año 2002, impartí mi primera clase en la universidad. Desde ese día supe que educar era lo mío. Yo no quería ser el típico docente que transmite solo conocimientos, yo deseaba cambiar la vida de mis estudiantes, influirlos de tal manera que su paso por mi aula sea significativo en sus vidas. Por eso, en cada clase y de manera recurrente, iba “metiendo” mis experiencias de vida en medio de los conocimientos que impartía. La realidad, después de muchos años de docencia, es que mi influencia nunca pasó del 10%. Solo aquellos estudiantes lo bastante abiertos al cambio recibían con agrado mis charlas y consejos, los demás estoy seguro que se aburrían de toda la perorata que yo les daba.
Después de más de 12 años siendo docente, estaba cansado de enseñar. Paulo Coelho dice que “cuando uno desea alcanzar u obtener algo en la vida, el universo conspira para que lo logres”. De buenas a primeras deje de ser docente de tal forma que seguro deberían de pasar muchos años para que me nazca nuevamente el deseo de volver a pisar un aula universitaria… y casi al mismo tiempo, de esa manera tan especial y casual que tiene la vida de comportarse, me pedían nuevamente que me convierta en dirigente dentro del Movimiento Scout… y esta vez no había excusa.
Han pasado algunos años desde ese día, he sido testigo y protagonista de muchas cosas en este tiempo, pero si hay algo que me marca completamente, que me grita que éste es mi lugar, es que solo acá he visto que mis charlas y consejos llegan al 80% de mis “estudiantes” a los cuales hoy llamo scouts.
¿Se dan cuenta como es influir en la vida de 8 de cada 10 jóvenes y señoritas que pasan por tu “aula”? No es necesario esperar mucho para ver resultados, basta unos pocos meses, y por increíble que parezca te conviertes en testigo presencial de la transformación de estos jóvenes, transformación que los va acercando a la mejor versión de sí mismos.
- En un mundo donde nuestros jóvenes no salen de casa si es que no van acompañados de un adulto en un automóvil; es una alegría ver jóvenes scouts caminar por senderos de difícil acceso en medio de un bosque, libres y seguros, disfrutando de la naturaleza… maravillándose ante este espectáculo.
- En un mundo donde los jóvenes solo se concentran en sus propias penas y necesidades; es una satisfacción ver un joven scout dejar todo de lado por ayudar a alguien más apenado y necesitado que él… y sin esperar recompensa.
- En un mundo donde los jóvenes han sido educados solo para ganar, evitándoles de formas ridículas el sentir el sabor amargo de la derrota; es tranquilizante saber que los jóvenes scouts aprenden a perder y hacer de ello un “resorte” para llegar más lejos… seguro que cuando la vida real los ponga en su lugar, porque a todos nos pone ahí, ellos no se auto-destruirán porque saben que eso “también pasará”.
- En un mundo donde los jóvenes no son capaces de hacer nada por si solos; es esperanzador ver jóvenes scouts que no solo planifican proyectos, sino que los ejecutan y los evalúan, ¡seguro que la siguiente ves saldrá mejor!
- En un mundo donde los jóvenes solo se divierten si es que hay alcohol y drogas; es tranquilizador ver jóvenes scout cuyo único requisito para divertirse es estar al lado de una fogata con sus amigos y amigas… mejor si hay marshmellows.
- En un mundo donde esta tan sobrevalorado el “yo solo”; es fácil que los jóvenes scouts se den cuenta que si no tienen un equipo, muy difícilmente podrán ganar una competencia y, además, que un equipo no es un grupo circunstancial de personas, sino que es la suma de fuerzas de personas que se conocen muy bien, y que ahí donde ellos son débiles otros son fuertes y viceversa.
- En un mundo donde es tan fácil hacer daño a los jóvenes haciéndoles sentir ridículos por lo que hacen, son o tienen; es divertido ver cómo los jóvenes scouts aprenden a reírse de sí mismos y aprenden a darle la importancia que se merecen las banalidades externas de una persona.
- En un mundo donde esta tan infravalorado el trabajo; es una sensación de seguridad por el futuro del mundo, ver a los jóvenes scouts trabajar para lograr grandes cosas, aunque caigan y fallen, saber que se levantarán una vez más y seguirán trabajando, porque ellos saben que solo así se logran grandes cosas.
- En un mundo donde el valor de los jóvenes está en lo material que poseen; es un orgullo cuando un joven scout se siente rico al sentir que su valor como ser humano está en su palabra dada… que es digno de confianza y que, como se dice en el oriente del país, es alguien “de una pieza”.
- En un mundo donde los jóvenes piensan que la democracia es solo votar; los jóvenes scouts aprenden a ejercer democracia al presentar sus ideas, convencer especialmente a los contrarios, ganar o perder, y luego comprometerse con su equipo y unidad, aun cuando su opción no haya sido elegida, porque saben que todos estamos en el mismo barco.
- En un mundo donde abundan las personas, jóvenes y adultos, que siempre tienen una excusa para no hacer las cosas; los jóvenes scouts están “siempre listos” para hacer lo impensable, hacerlo bien y nunca a medias.
- En un mundo donde los test psicotécnicos son la única herramienta que los jóvenes tienen para saber en qué son buenos y que les podrá dar de vivir en el futuro; es tranquilizador ver a los jóvenes scout experimentar siendo fotógrafos, escritores, astrónomos, veterinarios, enfermeros, rescatistas, informáticos y todo lo que se les pueda ocurrir.
¿Y todavía existen personas que piensan que los scouts solo venden galletitas, hablan con los animales y hacen nuditos? Muchas personas, los jóvenes que no son scouts, padres y madres de jóvenes que no son scouts, piensan que los scouts no tienen una vida, que son unos ñoños, unos loosers; sin embargo, lo que ellos no saben es que esos chicos y chicas con una pañoleta al cuello les llevan una ventaja tremenda en la vida… que han sido educados para la vida, que han sido educados para ser ganadores… más peligroso aún, si vale el término, han sido educados para nunca darse por vencidos.
Volví al Movimiento Scout para jugar a ser dirigente y hoy me doy cuenta que es el juego más importante de mi vida. Hoy por hoy entrego alma-vida-y-corazón a esta aventura porque sé, estoy seguro, que estoy educando a los que conducirán el mundo en el futuro.
Cada sábado me pongo una camisa color kaki, cuelgo de mi cuello una pañoleta y voy a reunirme con mis scouts. Después de una tarde agotadora, después de un campamento o una caminata, después de un proyecto, un juego o una canción… justo cuando todos nos sentamos en círculo, un círculo donde todos somos iguales, donde todos somos amigos, y puedo verlos directo a los ojos, esos ojos que brillan y que solo algunos adultos afortunados como yo tenemos el privilegio de ver, vuelvo a preguntarme: ¿Vale la pena?
¡Claro que vale la pena! Cada segundo gastado siendo dirigente scout, es un segundo en el que se está transformando a algún joven en la mejor versión de sí mismo… así construyo un mundo mejor… y eso no tiene precio.