‘Ya habrá tiempo para …’ es la frase más engañosa en la vida de una persona, pues lo que se deja atrás es lo que tenemos bajo nuestro control y eso, normalmente, es lo que nos hace felices. Pensamos, de una manera equivocada, que aquello siempre estará presente en el futuro. ¡Pero que irónica es la vida! Pues todo lo que un día tenemos bajo nuestro control, si es que dejamos de darle el lugar que corresponde, se escapa de nuestras manos.
Somos tan incongruentes con la vida que acortamos nuestro tiempo no para hacer lo que nos hace felices, sino para asegurarnos que el futuro podremos hacerlo. ¿Y porque no hacerlo ahora? ¡No! ¡Imposible!
La mayoría de nosotros dedica más tiempo al trabajo y deja de lado a la gente que ama y con quien gustar estar, en nuestra mente nos justificamos diciendo que ‘de esta manera podré darles todo, no les faltará nada’, lo que si es seguro es que les faltará algo: tú.
Muchos se dedican a estudiar y estudiar, los universitarios dejan de ser jóvenes y se convierten en viejos solo dedicándose al estudio y dejando de lado a los amigos, los amores y las anécdotas. Los que ya tienen profesión llenan sus paredes de títulos de cursos, seminarios, diplomados y maestrías sin sentido pues solo les chuparon tiempo y no les dieron ni más conocimiento y mucho menos oportunidades.
El extremo de todo esto es cuando uno se encuentra dentro de una relación sin futuro, uno sabe que no funcionará, que la persona que esta a su lado es totalmente lo opuesto a lo que se desea, que el amor y la pasión que alguna vez existió (si es que existió) ya hace tiempo desapareció. ¡Pero no! ¡Uno sigue! Frases como ‘enamorarse como quinceañero no es para un adulto’ o ‘eso de mariposas en el estomago es ridículo’ solo demuestran lo poco que uno ama la vida, tan poco que es capaz de perder su tiempo en medio de peleas, discusiones y malos momentos.
Si tan solo fuéramos capaces de cambiar la frase ‘Ya habrá tiempo para…’ y convertirla en ‘Hoy es tiempo para…’, posiblemente hubiera gente menos rica y con menos diplomas, pero les aseguro que habría más personas con una sonrisa pintada, con una vida envidiable y un mundo lleno de pasión, y cuando hay pasión, no se necesita ni dinero ni estudios para sentirse exitoso.
Aprendamos a poner prioridades en nuestra vida, y las prioridades normalmente tienen nombre y apellido, sobretodo, ¡aprendamos a vivir la vida!