Docente universitario: Ser o poder ser

Todo empieza cuando el Consejo Universitario de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) aprueba la Resolución Rectoral 01/15 de inicios de mes, que en su artículo único incorpora a los docentes extraordinarios (interinos) en la categoría de docentes titulares ordinarios por antigüedad y sin el debido proceso que establece un examen de competencia y concurso de méritos.

¿Y qué significa esto? Que muchos de los docentes extraordinarios, por no decir la mayoría, se volvería titular de la asignatura que imparte. ¿Acaso eso es tan importante? ¡Pues sí! Porque al ser interino, cada inicio de gestión el nombre de cada uno de estos docentes es puesto sobre la mesa para ver si es que ‘sigue siendo docente o no’ y quienes deciden esto es el Consejo Universitario, donde la mitad de los votos los tienen los docentes y la otra mitad los estudiantes.

Y ahí es donde todo empieza a fallar. Para variar, la política y la repartija de trabajos, está mermando la calidad en el trabajo que debe realizarse y por el cual ha sido creada una institución estatal.

Por un lado tenemos docentes interinos que SI deberían dar cátedra, pues son excelentes profesionales, grandes educadores y su permanencia en la universidad es fundamental para que los estudiantes, es decir, los profesionales que conducirán a Bolivia en el futuro, sean buenos. Pero, increíblemente, muchos de ellos son removidos de sus cátedras porque no están alineados con lo que piensa el Consejo Universitario. Es decir, en un lugar donde el ‘pensar diferente para encontrar nuevas formas de hacer las cosas’ debería ser el objetivo, porque solo de esta manera se genera conocimiento e innovación, se le corta de plano al docente que tiene ideas que no van de la mano con el Consejo Universitario de turno. Es así que, cuando existe un docente interino que incomoda con sus palabras o su forma de pensar, pues se lo saca y listo, muy poco importa si es que era bueno para la universidad, los estudiantes y/o Bolivia, se lo saca porque ‘no está con nosotros’.

Por otro lado tenemos docentes interinos que NO deberían dar cátedra, porque entraron con la excusa de que ‘tenemos que ser consecuentes con nuestros seguidores, familiares o amigos’. Así que sacan un docente para dar su asignatura a otro que, normalmente, recién acaba de recibirse. Poco importa si el nivel académico baja y el producto obtenido (nuevos profesionales) es de baja calidad, si la credibilidad de la universidad pública está cada vez más en entredicho desde el punto de vista de la sociedad, si estos nuevos docentes son convierten en el hazmerreir de los estudiantes o de sus nuevos colegas al mostrar clase tras clase su incompetencia, ¡no importa nada de eso! Al final, entran los que son más afines con los que deciden quién entra y quién no.

Lastimosamente, a lo largo de los pasados años, hemos estado viendo como las universidades (y no solo las públicas) se van llenando de docentes que no tienen ni la preparación y menos la vocación para la enseñanza, lo hacen simplemente porque no encuentran otra forma de ganarse la vida y que, por suerte para ellos y por mala suerte para nosotros y el país, tienen la suficiente ‘muñeca’ o contactos para entrar a dar docencia universitaria. Hoy por hoy, cualquiera que tenga un título universitario es docente y lo que antes era un honor, hoy es un ‘trabajo hasta que me salga algo mejor’.

Últimamente, en los pasados pocos años, se han instaurado exámenes de competencia para contratar docentes extraordinarios y evitar lo antes mencionado. Pero lo que está mal, aun cuando se trate de hacer bien, termina mal. Es un secreto a voces que participar en una selección para docente extraordinario en la universidad pública es casi un sinónimo de ‘perder el tiempo’ si es que no se tiene la ‘muñeca’ suficiente con el grupo de poder que lidera una facultad. Se ha llegado a tal extremo en estos procesos de selección, que incluso se ha visto como han movido los días y horas de estos exámenes para que los más calificados sean descalificados ‘por mesa’ o, de un día a otro, han cambiado los requisitos en tal o cual documento y que casualmente los profesionales más calificados para la cátedra han quedado fuera porque no se les comunicó este cambio, ¿Resultado? Docentes junior, recién egresaditos, que no tienen nada de experiencia laboral, menos aún de docencia y que repiten como loros lo que los libros dicen sin aportar un gramo de experiencia personal. Sí, así de vergonzosos se han convertido algunos (no todos) de estos llamamientos y han terminado elegidos profesionales de tan bajo nivel que los alumnos han perdido totalmente el respeto por aquellos a los que algún día deberían respetar: sus educadores.

Entonces, ¿qué hacemos para solucionar el problema? A largo plazo, cambiar la forma en cómo son contratados los docentes y, sobretodo, en cómo permanecen los mismos dentro de la universidad. No es ni justo ni correcto que el ganar la titularidad de una asignatura implique que el docente deba jubilarse enseñando exactamente lo mismo que enseño hace 20 o 30 años, como ocurre muchas veces. Es fundamental encontrar una manera de que cada docente sea calificado cada cierto tiempo y revalide su capacidad demostrando que es él la persona indicada para impartir una asignatura. Pero, ojo, esta revalidación debe ser hecha por sus pares, sin ninguna ligación política, de manera objetiva, clara y transparente, para que el mismo docente, sus colegas, los estudiantes y la sociedad en su conjunto sientan que la persona que da docencia es la mejor posible para darla y, automáticamente, el docente no solo mantendrá su puesto de trabajo sino que se habrá ganado el derecho a ser llamado docente.

Y a corto plazo, para solucionar el gran problema en que está metida la UMSS, pues que encuentren un mecanismo de fácil ejecución (en tiempo y costo) para que cada docente extraordinario revalide su contratación y se convierta en titular. Demás esta pensar en que entren sin examen de competencia, con todo lo expuesto arriba, es de lógica pensar que entrarán muchos que no deben entrar y se dejarán afuera mucho que si deberían entrar. Así que, la cosa no es muy compleja, o dan examen o dan examen, ¿cuál es el miedo? ¿Acaso no saben lo que enseñan? ¿Acaso no son los mejores profesionales para ser docentes de esa asignatura?

Yo veo que la solución está en manos del cuerpo docente, porque los estudiantes lo único que están pidiendo (sea un pedido con afanes políticos o no) es calidad en sus docentes. Así que son los docentes que deben responder a la altura que les corresponde, siendo profesionales, docentes y educadores… ellos deben recibir su titularidad de manera que ésta sea totalmente legitima ante sus pares, sus alumnos y toda la sociedad… solo así podrán sentir lo que uno siente cuando un alumno diga en el futuro: ‘yo lo conocí, fue mi docente y me siento orgulloso de haber sido su alumno’.

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